VII
Fantaseando, descubrí el amor,
pero el amor es algo realista;
fantaseando, descubrí el poema,
mas el poema crea realidad;
como la servidumbre de los coros
puntuando Athalie, la fantasía
descubre lo real, la daga oculta,
gata de Angora en pliegues del tapiz.
Fantaseando, me encontré al poema,
fosfórico en la cueva del lenguaje:
como pistoletazos, las palabras
llenan el aire de pólvora y rosas.
Así, en Sant'Atanasia, el paladín
lucha por la princesa más dorada;
así brilla el acero en campo abierto
como en un mediodía de luciérnagas.
El exorcismo en sombra de George Soros,
la lanceta o espada de Noam Chomsky;
un país de poternas y castillos
para una justa en la irrealidad
que finge ser real, el pozo negro.
Yo venía del viento entre los pámpanos
y de las artimañas del metal:
yo venía del aire desprendido,
del sol que reta al mar por bulerías;
venía de la escuela de los ojos
que ven la bailarina de Metrópolis:
venía de los álamos de noche,
reales sobre todo en el poema;
en el polo magnético del verso,
cada palabra es fructificación.
Venía de vivir en el poema,
para que así el poema viva en mí.
Pere Gimferrer