AÍDA FUSILEMOS LA NOCHE
Aída fusilemos la noche
y la terrible
miseria colectiva.
Aquí tenemos estas cuatro manos
y tenemos mi voz.
Nos respaldan tus ojos
y tu suave
manera de ir queriéndome.
Nos respalda esa sangre proyectada
hasta el cuerpo del hijo.
Nos respalda esta atmósfera
este pan cotidiano
y estas cuatro paredes
que tutelan los besos.
Rompamos Aída esta tormenta amarga.
Hay que construir pañuelos con luceros
para secar las lágrimas del hombre.
Hay que llevar al niño
a su música antigua.
Hay que volver a fabricar muñecas
y hay que sembrar maíz en las ciudades.
Hay que dinamitar los rascacielos
y dar lugar para que ascienda el trigo.
Hay que hacer instrumentos de labranza
con los buses urbanos.
Aída, fusilemos la noche
y esa horrible bandera.
Aída fusilemos la noche
y los negros cañones
y las bombas atómicas;
fusilemos el odio
y la terrible
miseria colectiva.
Roque Dalton