EDDA
V
EL SERAFÍN
Ardiente encarnación de la esperanza,
Fascinadora flor de la ilusión,
Tu sola vista, ¡oh serafín! alcanza
A rejuvenecerme el corazón.
¡Ay! quién fuera un cabello de tu frente
Para poder acariciar sin fin,
Trémulo de ternura reverente,
Una de tus mejillas de carmín.
¡Quién fuera un labio tuyo, un solo labio,
Para poder perennemente estar,
Ebrio de ti, sin inferirte agravio,
Al otro labio unido sin cesar!
¡Quién fuera el aire que te envuelve, ese aire
Glorioso con la luz que emanas tú!
Entonces, ¡ay! sin riesgo de desaire
Yo te guardara hasta de ajena luz;
Y rondando con alas cariñosas
En torno de mi casto serafín,
Te secreteara eternamente cosas
Que nadie oyó en el mundo antes de ti.
No te ofenda mi culto, no imagines
Que intento profanar lo que amar sé;
Antes de ti no he visto serafines,
Tu vista santifica al que te ve.
Rafael Pombo