JUAN MALVERSO
Ábreme, Juventud, tu paraíso,
Tu tormentoso dédalo encantado,
Que quiero en él lanzarme de improviso
Ciego, como el caballo desbocado.
¡Adiós, Razón!—amarga consejera
Que, vivo aún, al corazón sepultas,
¡Adiós, Filosofía pordiosera!
Que cielo y tierra y corazón insultas.
Quiero vivir—el hombre es Rey del mundo,
Su misión está en él, suya es la vida:
No más he de apartar meditabundo
El vaso embriagador que me convida.
Yo arrojaré mi corazón violento
A la fragfua infernal de las pasiones,
Y ataré mi alma al carro turbulento
De locas, mundanales emociones.
Yo mismo atizaré brasa por brasa
La hambrienta pira en que arderé sereno:
Quiero apurarte ¡oh Juventud! sin tasa
Con todo tu deleite y tu veneno.
1853.
Rafael Pombo