LAS MÁSCARAS
(Esencia de la fábula anterior).
Una rosa y un jazmín
Lloraban de esta manera:
—¡Quién cual jazmín blanca fuera!—
—¡Quién cual la rosa carmín!—
Oyó el mono de un pintor
Tal quejumbre, y no sé cómo,
Untando mercurio y plomo
Trocó de ambas el color.
Vino el sol, que aunque no diestro
Como el mono en la arte mímica.
Es en pintura y en química
Insuperable maestro;
Y observando aquellas máscaras
Las miró con cierta risa,
Que las fue dejando aprisa
Arrugadas como cáscaras.
Mucho rieron de aquel chasco
Las demás juiciosas flores;
Los galantes ruiseñores
Evitábanlas, de asco.
Y aunque al fin escarmentadas
Lo advirtieron las babiecas,
Ya era tarde, estaban secas,
Y eran tumbas blanqueadas.
Flor que cambia su color
Sólo a sí misma se engaña;
Y ¡ay! si el color tanto daña,
El ridículo es peor.
La ley de Dios es celosa;
Y aire, luz, agua, ejercicio
Son los pintores de oficio
De la dama y de la rosa.
Nueva York, octubre 4: 1870.
Rafael Pombo