EL MUNDO PARA OTROS
SONETO
Soñé, y era un festín lo que veía,
Ya entregado a la báquica demencia;
Grita sin fín, universal pendencia,
Ebria, desaforada algarabía;
Y en un rincón a un hombre distinguía
Que, inmoble entre la brusca efervescencia,
Con cierta maliciosa indiferencia
Miraba, y meditaba, y sonreía.
Esa zambra era el mundo; las pasiones,
El licor que enloquece y esclaviza
Tornando en furias, mansos corazones;
Y el filósofo, ese hombre que utiliza
En su bien las ajenas sinrazones,
Y de sí, con el mundo se indemniza.
Bogotá: 1855.
Rafael Pombo