LA PRINCESA HAIDEA
AL CONDE DE MONTECRISTO
(Escritos para la señorita O. S.)
¡Señor, tú no me quieres! ¡Señor, tú me abandonas!
¿Así a tu fiel esclava le das la libertad,
Y a la hija de los príncipes magnánimos coronas,
Y a quien te llama padre das la felicidad?
Haydea, tu pobre Haydea, ¿no ha de volver a verte?
¿A quién? ¡Al que en el mundo para ella todo fue!
Tu esclava soy: me ordenas, yo debo obedecerte...
¡Señor, yo moriré!
¿Qué te hice? ¡Habla, condéname! con lágrimas lo imploro,
Yo, vástago soberbio del orgulloso Alí.
¡Te vas... y me das púrpura, corte, libertad... oro!
¡Maldito sea tu oro! ¿Qué oro te pedí?
¡Quieres que el astro fúlgido de tu inmortal sendero
No eclipse el sol sangriento que alumbra mi existir,
Que olvide hasta tu nombre y sea feliz! ¡Bien! quiero.
¡Oh, yo quiero morir!
¡Señor! en torno tuyo los viles de la tierra
Rodaron insultantes su carro vencedor;
Alá del mar profundo le concitó a la guerra
Y fio a su brazo pálido su rayo vengador;
La sangre de mi padre cayó, gota por gota,
De tu órbita de fuego sobre la indigna sien...
Justicia, a sangre y muerte, bajo tu planta brota,
Y yo... ¿muero también?
A espalda tuya, al frente del arrebol sangriento,
Do el rojo sol del crimen agonizando vi,
Azul, sereno y puro clareaba el firmamento
Como un dosel bordado de estrellas para ti.
La hora de las preces, la del perdón sonaba.
Vi un ángel, mensajero de amor, de olvido y paz
Que Alá te envió solícito... ¡delirio de una esclava!
¡Muere, ilusión falaz!
¡Conde! sublime sombra de mi vengado padre;
Pues que tu pobre huérfana te importunó tal vez,
Por mí, por Alí el grande, por mi infelice madre
Deja que te bendiga... para morir después.
...¡Señor! ¡Yo soy Haydea! ¡La hija de Alí me llamo!
¡No, no por ser tu esclava me quieras abatir,
¡Dime que esto es un sueño!... Edmundo, ¡yo te amo!!
¡Yo no quiero morir!!
Nueva York, septiembre 25: 1857.
Rafael Pombo