SONETO
CONVALECIENTE DE UNA ENFERMEDAD GRAVE, DISCRETEA CON LA SEÑORA VIRREINA, MARQUESA DE MANCERA, ATRIBUYENDO A SU MUCHO AMOR AUN SU MEJORÍA EN MORIR
En la vida que siempre tuya fue,
Laura divina, y siempre lo será,
la parca fiera, que en seguirme da,
quiso asentar por triunfo el mortal pie.
Yo de su atrevimiento me admiré:
que si debajo de su imperio está,
tener poder no puede en ella ya,
pues del suyo contigo me libré.
Para cortar el hilo que no hiló,
la tijera mortal abierta vi.
¡Ay, Parca fiera!, dije entonces yo;
mira que sola Laura manda aquí.
Ella, corrida, al punto se apartó,
y dejóme morir sólo por ti.
Sor Juana Inés de la Cruz