A LA VIRGEN
CANTO MATUTINO
Mientras la aurora con rosados tintes
Baña las nubes que al oriente vagan;
Nubes que arrolla con su leve soplo
Céfiro blando:
Mientras exhalan sus aromas puros
Flores que guardan de la noche el lloro;
Lloro que ostentan convertido en perlas
Trémulas hojas:
Mientras preludian jubilosos himnos
Coros volubles de pintadas aves,
Trisca el rebaño, y hasta el toro fiero
Brama de gozo:
Mientras se riza al matinal aliento
Ovas ligeras sacudiendo el río,
Discos formando con raudal sonoro
Límpida fuente:
Mientras que todo, en la natura vasta,
Vida y belleza de la luz recibe,
Tú ¡luz del alma! ¡de la aurora reina!
¡Seme propicia!
Sones, albores, y perfumes y auras,
Forman concento de armonioso aplauso:
¡Madre te aclaman del autor del día,
Virgen suprema!
Deja que en tanto que el Empíreo absorto,
Dicha contempla y majestad tan alta,
Tímido el labio del mortal, tu nombre
Grato bendiga.
Grato bendiga, y a su influjo santo
Huyan del alma tenebrosas dudas;
Como las sombras de la noche fría
Huyen del alba.
Deja que en tanto que triunfante y leda,
Ella alboroza e ilumina al mundo,
Yo entre sus luces y cambiantes bellos,
Mire tu imagen!
Mire tu imágen, y mi lira humilde,
Como las flores sus aromas leves,
Brote, en obsequio a tu beldad divina,
Fáciles ecos.
Ecos que acoja con placer el mundo,
Ecos que se alcen a tu augusto solio,
¡Reina del cielo, y en la tierra triste
Madre del pobre!
Pobre de gracia y de ventura, llamo
Como mendigo a tu sagrada puerta;
Óyeme ¡oh virgen! que entre aromas puros
Vuela mi ruego.
Vuela mi ruego, y endulzando el labio
Tu grato nombre, que do quier invoco,
Ecos del monte, del vergel y el valle,
Vuelven ¡María!
¡Vuelven ¡María! y sin cesar mi lengua
Torna ¡María! a pronunciar despacio,
Siempre ¡María! y cada vez más dulce
Hállalo el alma!
Pueda, asociado al último suspiro,
Ser este nombre mi postrer acento....
¡Láncese el alma en su armonía envuelta
Fuera del mundo!
Abril de 1842
Gertrudis Gómez de Avellaneda