A LA TELA DE JUSTAR DE MADRID
—Téngoos, señora tela, gran mancilla.
—Dios la tenga de vos, señor soldado.
—¿Cómo estáis acá afuera? —Hoy me han echado,
Por vagabunda, fuera de la Villa.
—¿Dónde están los galanes de Castilla?
—¿Dónde pueden estar, sino en el Prado?
—¿Muchas lanzas habrán en vos quebrado?
—Más respecto me tienen: ¡ni una astilla!
—Pues ¿qué hacéis ahí? —Lo que esa puente,
Puente de anillo, tela de cedazo:
Desear hombres, como ríos ella,
Hombres de duro pecho y fuerte brazo.
—Adiós, tela, que sois muy maldiciente,
Y ésas no son palabras de doncella.
Luis de Góngora y Argote, 1588