A CIERTA DAMA QUE SE DEJABA VENCER DEL INTERÉS ANTES QUE DEL GUSTO
A DON ANTONIO VENEGAS, OBISPO DE PAMPLONA
A DON DIEGO PÁEZ DE CASTILLEJO Y VALENZUELA, VEINTICUATRO DE CÓRDOBA
A DON FRAY DIEGO DE MARDONES, OBISPO DE CÓRDOBA, DEDICÁNDOLE EL MAESTRO RISCO UN LIBRO DE MÚSICA
A DON FRAY PEDRO GONZÁLEZ DE MENDOZA Y SILVA, ELECTO ARZOBISPO DE GRANADA MUY MOZO
A DON LUIS DE ULLOA, QUE ENAMORADO SE AUSENTÓ DE TORO
A DON PEDRO DE CÁRDENAS, EN UN ENCIERRO DE TOROS
A DON SANCHO DÁVILA, OBISPO DE JAÉN
A DOÑA CATALINA DE LA CERDA, DAMA DE LA REINA
A este que admiramos en luciente,
A FRANCISCO DE QUEVEDO (atribuido)
A JUAN DE VILLEGAS, ALCALDE MAYOR DE LUQUE, POR DON EGAS VENEGAS, SEÑOR DE AQUELLA VILLA
A JUAN RUFO, DE SU "AUSTRÍADA"
A JUAN RUFO, JURADO DE CÓRDOBA
A LA ARCADIA, DE LOPE DE VEGA CARPIO (atribuido a Góngora)
A LA BAJADA DE MUCHOS CABALLEROS DE MADRID A SOCORRER LA FUERZA DE LA MAMORA, CERCADA DE MOROS
A LA EMBARCACIÓN EN QUE SE ENTENDIÓ PASARAN A NUEVA ESPAÑA LOS MARQUESES DE AYAMONTE
—¡A la Mamora, militares cruces!
A LA MARQUESA DE AYAMONTE, DÁNDOLE UNAS PIEDRAS BEZARES QUE A ÉL LE HABÍA DADO UN ENFERMO
A LA MEMORIA DE LA MUERTE Y DEL INFIERNO
A LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE NUESTRA SEÑORA
A la que España toda humilde estrado
A LA RIGUROSA ACCIÓN CON QUE SAN IGNACIO REDUJO UN PECADOR
A LAS DAMAS DE LA CORTE, PIDIÉNDOLES FAVOR PARA LOS GALANES ANDALUCES
A LO POCO QUE HAY QUE FIAR DE LOS FAVORES DE LOS CORTESANOS
A LOS CAMPOS DE LEPE, A LAS ARENAS
A NUESTRA SEÑORA DE ATOCHA, POR LA SALUD DEL REY DON FELIPE III
A UN CABALLERO DE CÓRDOBA QUE ESTABA EN GRANADA
A UN FRAILE FRANCISCANO, EN AGRADECIMIENTO DE UNA CAJA DE JALEA
A UN PINTOR FLAMENCO, HACIENDO EL RETRATO DE DONDE SE COPIÓ EL QUE VA AL PRINCIPIO DESTE LIBRO
A UNA CASA DE CAMPO DONDE ESTABA UNA DAMA A QUIEN CELEBRABA
A UNA CASERÍA, DONDE HABITABA UNA DAMA A QUIEN SERVÍA
A UNA DAMA QUE CONOCIÓ NIÑA Y DESPUÉS VIO MUJER MUY HERMOSA
A UNA ENFERMEDAD DE DOÑA CATALINA DE LA CERDA
A SU HIJO DEL MARQUÉS DE AYAMONTE, QUE EXCUSE LA MONTERÍA
ACREDITA LA ESPERANZA CON HISTORIAS SAGRADAS
AL CONDE DE LEMUS, VINIENDO DE SER VIRREY DE NÁPOLES
AL CONDE DE LEMUS, YÉNDOLE A VISITAR A MONFORTE
AL CONDE DE VILLAMEDIANA, CELEBRANDO EL GUSTO QUE TUVO EN DIAMANTES, PINTURAS Y CABALLOS
AL CONDE DE VILLAMEDIANA, DE SU FAETÓN
AL DOCTOR NARBONA, PIDIÉNDOLE UNOS ALBARCOQUES QUE HABÍA OFRECIDO ENVIARLE DESDE TOLEDO
AL DUQUE DE FERIA, DE LA SEÑORA DOÑA CATALINA DE ACUÑA
AL EXCELENTÍSIMO SEÑOR EL CONDE DUQUE
AL LLANTO Y SUSPIROS DE UNA DAMA
AL MARQUÉS DE AYAMONTE, DETERMINADO A NO IR A MÉXICO
AL MARQUÉS DE AYAMONTE, PARTIENDO DE SU CASA PARA MADRID
AL MARQUÉS DE AYAMONTE QUE, PASANDO POR CÓRDOBA, LE MOSTRÓ UN RETRATO DE LA MARQUESA
AL MARQUÉS DE VELADA, HERIDO DE UN TORO QUE MATÓ LUEGO A CUCHILLADAS
AL NACIMIENTO DE CRISTO NUESTRO SEÑOR
AL NACIMIENTO DE CRISTO, NUESTRO SEÑOR
AL PADRE FRANCISCO DE CASTRO, DE SU LIBRO Retórica
AL PUERTO DE GUADARRAMA, PASANDO POR ÉL LOS CONDES DE LEMUS
Al que de la consciencia es del Tercero
AL SERENÍSIMO INFANTE CARDENAL
Al sol peinaba Clori sus cabellos
AL SOL, PORQUE SALIÓ, ESTANDO CON SU DAMA, Y LE FUE FORZADO DEJARLA
Al tramontar del Sol, la ninfa mía,
Al tronco descansaba de una encina
Al tronco Filis de un laurel sagrado
AL TÚMULO DE ÉCIJA, EN LAS HONRAS DE LA SEÑORA REINA DOÑA MARGARITA
ALEGORÍA DE LA PRIMERA DE SUS SOLEDADES
Alta esperanza, gloria del estado,
Anacreonte español, no hay quien os tope,
Árbol de cuyos ramos fortunados
Aunque a rocas de fe ligada vea
Ave real de plumas tan desnuda,
¡Ayer deidad humana, hoy poca tierra:
BURLÁNDOSE DE UN CABALLERO PREVENIDO PARA UNAS FIESTAS
Camina mi pensión con pies de plomo,
Cantastes, Rufo, tan heroicamente
Ceñida, si asombrada no, la frente
Cisnes de Guadiana, a sus riberas
Clarísimo Marqués, dos veces claro,
Con diferencia tal, con gracia tanta
Con poca luz y menos disciplina
Con razón, gloria excelsa de Velada.
Consagróse el seráfico Mendoza,
CONTRA LOS QUE DIJERON MAL DE LAS SOLEDADES
CONVOCA LOS POETAS DE ANDALUCÍA A QUE CELEBREN AL MARQUÉS DE AYAMONTE
Corona de Ayamonte, honor del día,
Cosas, Celalba mía, he visto extrañas:
¿Cuál del Ganges marfil, o cuál de Paro
Cual parece al romper de la mañana
Cuantas al Duero le he negado ausente,
Cuantos forjare más hierros el hado
Cuatro o seis desnudos hombros
Culto Jurado, si mi bella dama
De chinches y de mulas voy comido,
DE DON FRANCISCO DE PADILLA, CASTELLANO DE MILÁN
DE DON RODRIGO SARMIENTO, CONDE DE SALINAS
—¿De dónde bueno, Juan, con pedorreras?
DE LA BREVEDAD ENGAÑOSA DE LA VIDA
DE LA JORNADA QUE SU MAJESTAD HIZO A ANDALUCÍA
DE LA MARQUESA DE AYAMONTE Y SU HIJA, EN LEPE
De la Merced, Señores, despedido,
DE LAS MUERTES DE DON RODRIGO CALDERÓN, DEL CONDE DE VILLAMEDIANA Y CONDE DE LEMUS
DE LAS PINTURAS Y RELICARIOS DE UNA GALERÍA DEL CARDENAL DON FERNANDO NIÑO DE GUEVARA
DE LOS QUE CENSURARON SU POLIFEMO
DE LOS SEÑORES REYES DON FELIPE III Y DOÑA MARGARITA, EN UNA MONTERÍA
De pura honestidad templo sagrado,
¿De quién me quejo con tan grande extremo,
De ríos soy el Duero acompañado
DE SAN LORENZO EL REAL DEL ESCORIAL
DE UN CABALLERO QUE LLAMÓ SONETO A UN ROMANCE
DE UN CAMINANTE ENFERMO QUE SE ENAMORÓ DONDE FUE HOSPEDADO
DE UN JABALÍ QUE MATÓ EN EL PARDO EL REY NUESTRO SEÑOR
DE UNA DAMA QUE, QUITÁNDOSE UNA SORTIJA, SE PICÓ CON UN ALFILER
DE UNA QUINTA DEL CONDE DE SALINAS, RIBERA DE DUERO
DE UNA QUINTA QUE HIZO EL OBISPO DON ANTONIO VENEGAS EN BURLADA, LUGAR DE SU DIGNIDAD
DE UNOS PAPELES QUE UNA DAMA LE HABÍA ESCRITO, RESTITUYÉNDOSELOS
Deja el monte, garzón bello, no fíes
DEL CASAMIENTO QUE PRETENDIÓ EL PRÍNCIPE DE GALES CON LA SERENÍSIMA INFANTA MARÍA, Y DE SU VENIDA
Del color noble que a la piel vellosa
DEL CONDE DE VILLAMEDIANA, PREVENIDO PARA IR A NÁPOLES CON EL DUQUE DE ALBA
Del León, que en la Silva apenas cabe,
DEL REY Y REINA NUESTROS SEÑORES EN EL PARDO, ANTES DE REINAR
DEL TÚMULO QUE HIZO CÓRDOBA EN LAS HONRAS DE LA SEÑORA REINA DOÑA MARGARITA
Descaminado, enfermo, peregrino
Despidióse el francés con grasa buena,
Deste más que la nieve blanco toro,
DETERMINADO A DEJAR SUS PRETENSIONES Y VOLVERSE A CÓRDOBA
DILATÁNDOSE UNA PENSIÓN QUE PRETENDÍA
Dulce arroyuelo de la nieve fría
Duélete de esa puente, Manzanares;
El Conde mi señor se fue a Cherela,
El Conde mi señor se fue a Napoles;
El Conde mi señor se va a Napoles;
El Cuarto Enrico yace mal herido
¿En año quieres que plural cometa
En el cristal de tu divina mano
EN EL SEPULCRO DE LA DUQUESA DE LERMA
EN EL TÚMULO DE LAS HONRAS DEL SEÑOR REY DON FELIPE III
En este occidental, en este, oh Licio
En la capilla estoy, y condenado
EN LA ENFERMEDAD DE QUE MURIÓ EL SEÑOR REY DON FELIPE III
EN LA MUERTE DE DON RODRIGO CALDERÓN
EN LA MUERTE DE DOS SEÑORAS MOZAS, HERMANAS, NATURALES DE CÓRDOBA
EN LA MUERTE DE DOÑA GUIOMAR DE SA, MUJER DE JUAN FERNÁNDEZ DE ESPINOSA
EN LA MUERTE DE ENRIQUE IV, REY DE FRANCIA
EN LA MUERTE DE TRES HIJAS DEL DUQUE DE FERIA
EN LA MUERTE DE UN CABALLERO MOZO
EN LA MUERTE DE UNA DAMA PORTUGUESA EN SANTARÉN
EN LA MUERTE DE UNA SEÑORA QUE MURIÓ MOZA EN CÓRDOBA
EN LA PARTIDA DEL CONDE DE LEMUS Y DEL DUQUE DE FERIA A NÁPOLES Y A FRANCIA
En tenebrosa noche, en mar airado
EN UNA ENFERMEDAD DE DON ANTONIO DE PAZOS, OBISPO DE CÓRDOBA
En vez, Señora, del cristal luciente
En villa humilde sí, no en vida ociosa
Éntrase el mar por un arroyo breve
Entre las hojas cinco generosa
Era del año la estación florida
Esta en forma elegante, oh peregrino
Esta de flores, cuando no divina
Esta que admiras fábrica, esta prima
Estas que me dictó, rimas sonoras
Este a Pomona, cuando ya no sea
Este funeral trono, que luciente
Este, que Babia al mundo hoy ha ofrecido
Éste, que en traje le admiráis togado
Florido en años, en prudencia cano
Fragoso monte, en cuyo basto seno
Gallardas plantas, que con voz doliente
Generoso esplendor, sino luciente
Gracias os quiero dar sin cumplimiento
Grandes, más que elefantes y que abadas
Herido el blanco pie del hierro breve
Hermosas damas, si la pasión ciega
Hojas de inciertos chopos el nevado
Hurtas mi vulto y cuanto más le debe
INFIERE, DE LOS ACHAQUES DE LA VEJEZ, CERCANO EL FIN A QUE, CATÓLICO, SE ALIENTA
INSCRIPCIÓN PARA EL SEPULCRO DE DOMÍNICO GRECO
Jura Pisuerga a fe de caballero
La Aurora de azahares coronada,
La dulce boca que a gustar convida
La fuerza que infestando las ajenas
La plaza, un jardín fresco; los tablados
Las que a otros negó piedras Oriente
Las tablas del bajel despedazadas
Lilio siempre real nascí en Medina
Llegué a este Monte fuerte, coronado
Llegué a Valladolid; registré luego
Llegué, señora tía, a la Mamora
Los blancos lilios que de ciento en ciento,
Los montes que el pie se lavan
Los rayos que a tu padre son cabello,
Máquina funeral, que desta vida
Mientras Corinto, en lágrimas deshecho
Mientras por competir con tu cabello
Mis albarcoques sean de Toledo,
Montaña inaccesible, opuesta en vano
Muerto me lloró el Tormes en su orilla,
Música le pidió ayer su albedrío
Ni en este monte, este aire, ni este río
Nilo no sufre márgenes, ni muros
No de fino diamante o rubí ardiente
No destrozada nave en roca dura
No en bronces, que caducan, mortal mano
No enfrene tu gallardo pensamiento
No entre las flores, no, señor don Diego
Oh, bien haya Jaén, que en lienzo prieto
¡Oh claro honor del líquido elemento
¡Oh, de alto valor, de virtud rara
¡Oh excelso muro, oh torres coronadas
Oh marinero, tú que, cortesano
¡Oh niebla del estado más sereno,
¡Oh qué malquisto con Esgueva quedo
Oh tú, cualquiera que entras, peregrino,
Oro no rayó así flamante grana
Pálida restituye a su elemento
PARA EL PRINCIPIO DE LA HISTORIA DEL SEÑOR REY DON FELIPE II, DE LUIS DE CABRERA
PARA LA CUARTA PARTE DE LA Pontificial DEL DOCTOR BABIA
PARA UN RETRATO DE DON JUAN DE ACUÑA, PRESIDENTE DE CASTILLA, HIJO DEL CONDE DE BUENDÍA
Parió la Reina; el Luterano vino
Pasos de un peregrino son errante
Peinaba al sol Belisa sus cabellos
Pender de un leño, traspasado el pecho,
Pisó las calles de Madrid el fiero
Poco después que su cristal dilata,
Por niñear, un picarillo tierno,
Por tu vida, Lopillo, que me borres
Prisión del nácar era articulado
Purpúreo creced, rayo luciente
¡Qué bien bailan las serranas!
¡Que se nos va la Pascua, mozas
Raya, dorado Sol, orna y colora
Restituye a tu mundo horror divino
Rey de los otros, río caudaloso
Sacra planta de Alcides, cuya rama
Sacro pastor de pueblos, que en florida
Sacros, altos, dorados capiteles,
Salí, señor don Pedro, esta mañana
Segundas plumas son, oh lector, cuantas
Sella el tronco sangriento, no le oprime
Señores Corteggiantes, ¿quién sus días
Ser pudiera tu pira levantada,
Si Amor entre las plumas de su nido
Si ociosa no, asistió Naturaleza
Si ya el griego orador la edad presente
Si ya la vista, de llorar cansada,
Sobre dos urnas de cristal labradas
¿Son de Tolú, o son de Puertorrico,
Suspiros tristes, lágrimas cansadas,
TARDÁNDOSE EL CONDE DE VILLAFLOR EN VOLVER A DON LUIS UNOS DINEROS QUE LE HABÍA PRESTADO EN EL JUEGO
—Téngoos, señora tela, gran mancilla.
Tonante monseñor, ¿de cuándo acá
Tras la bermeja Aurora el Sol dorado
Tres veces de Aquilón el soplo airado
Tú (cuyo ilustre, entre una y otra almena
Un culto Risco en venas hoy suaves
Undosa tumba da al farol del día
Urnas plebeyas, túmulos reales
Valladolid, de lágrimas sois valle,
Varia imaginación que, en mil intentos
Velero bosque de árboles poblado
Vencidas de los Montes Marïanos
Verdes hermanas del audaz mozuelo
Verdes juncos del Duero a mi pastora
Vive en este volumen el que yace
VOLVIÉNDOSE A FRANCIA EL DUQUE DE HUMENA
Volvió al mar Alción, volvió a las redes
¿Vos sois Valladolid? ¿Vos sois el valle
Ya besando unas manos cristalinas
Ya que con más regalo el campo mira
Yacen aquí los huesos sepultados
¿Yo en justa injusta expuesto a la sentencia