MARTA
IV
¡El agua existe del estanque apenas,
sécase el manantial! ¡El rudo banco
de hierro, yace allí, sobre el barranco
del islote, volcado en las arenas!
¡Oh, cuán lejos estáis, tardes serenas!
¡Auroras que la luz vistió de blanco!
¡Con qué dolor del ánima os arranco,
dulces memorias de nostalgias llenas!
¡Cómo no tengo lágrimas y ansío
llorarla siempre más (porque la rota
fuente del llanto se extinguió), Dios mío!
Al sentir que mi llanto ya no brota,
me abrazo al banco aquel... y río, y río,
como un loco de atar... ¡como un idiota!
Julio Flórez