LA NIGUA
Tan chiquita, tan pequeña,
tan invisible, tan nada,
es un átomo, es un punto,
de figura es ultra escasa.
Pero corre como perro
y como conejo salta,
y muerde como la víbora
y arroyos de sangre saca.
No sabemos cuándo llega y
se nos sube a las zancas,
pero a veces si sentimos
cuando corre y cuando salta
y se aferra del pellejo
con su aguda trompa larga.
Ella baja, luego sube,
camina, despues se para,
mete el pico, toca, huele,
recorriendo nuestra planta,
y se prende de los dedos
y del calcañar se agarra.
Juan José Botero