DUERME, ALMA MÍA
Duerme, alma mía, duerme,
duerme y descansa,
duerme en la vieja cuna
durmiendo pasa;
¡duerme!
Mira, el Sol de la noche,
padre del alba,
por debajo del mundo
de la esperanza;
¡duerme!
Duerme sin sobresaltos,
duerme, mi alma;
puedes fiarte al sueño,
que estás en casa;
¡duerme!
En su seno sereno,
fuente de calma,
reclina tu cabeza
si está cansada;
¡duerme!
Tú que la vida sufres
acongojada,
a Sus Pies tu congoja
deja dejada;
¡duerme!
Duerme, que Él con su mano
que engendra y mata
cuna tu pobre cuna
desvencijada;
¡duerme!
«Y si de este mi sueño
no despertara...»
Esa congoja sólo
durmiendo pasa;
¡duerme!
«¡Oh, en el fondo del sueño
siento a la nada!...»
Duerme, que de esos sueños
el sueño sana;
¡duerme!
«Tiemblo ante el sueño lúgubre
que nunca acaba...»
Duerme y no te acongojes
que hay un mañana;
¡duerme!
Duerme, mi alma, duerme,
rayará el alba,
duerme, mi alma, duerme;
vendrá mañana...
¡duerme!
Ya se durmió en la cuna
de la esperanza...
se me durmió la triste...
¿Habrá un mañana?
¿duerme?
[1906]
Miguel de Unamuno