LXXIX
EL ÁNGEL NEGRO
El ángel negro el corazón me toca
con sus alas llamándome del sueño
en que me finjo con carrera loca
romper el cielo en grupa a Clavileño.
Mi pobre frente en la caída choca
con la verdad de gesto zahareño,
que dura e inmutable como roca
sólo hiriendo alecciona a nuestro empeño.
Sumido entonces en mortal quebranto
tomo con la verdad odio a la vida,
y cobro de mí mismo un recio espanto,
pero me miras tú, compadecida,
y tus ojos me vuelven al encanto
del dulce ensueño en que verdad se olvida.
Salamanca, 20-X-1910.
Miguel de Unamuno