TRISTEZA
Qué pena me das flor sin pétalos,
margarita deshojada y sin aroma,
descuartizada por el dilema
Sacrificada por un amor que nunca te perteneció.
Que pena he sentido siempre por ti árbol viejo
árbol que creciste herido y sentenciado;
cuerpo con laceraciones en forma de corazón,
testigo de un amor que tampoco fue tuyo.
Y tu ruiseñor enjaulado,
vida reducida a la canción nostálgica del cautiverio,
avecilla bien alimentada pero sin libertad.
Obsequio también de un amor ajeno.
Que pena me dan todos ustedes...
Y sin embargo; nos parecemos tanto.
César Aching Samatelo