DESDE EL PUENTE
Una hoja de parra se aleja flotando sobre las aguas de un río,
y río abajo se va entre turbulencias mi conciencia,
y mis intenciones carecen de sentido cuando la realidad
es definitiva.
El silencio agota cada poco de aliento
y sólo queda de todo... un espectro a contraluz
que se insinúa y se oculta en su diáfana
metafísica.
Aquella hoja que se aleja y se pierde desde mis insomnios
hasta el océano inalcanzable de su vida,
eres tu.
Pensar que tu tiempo se me acaba cada día,
que cada día soy más dueño de tu distancia...
y el viento silba una canción de despedida,
mientras mi camino se pierde serpenteando contra la corriente;
apartándome de tu océano, cada vez más lejos...
cada vez menos...
Y gusto de la vida como del aire que exhalas
y gusto también de la muerte
y de la sombra que dibujas por la tarde,
aquella que vimos juntos,
aquella de fotografía retocada y en armonía
cuando el sol se desangraba sobre el mar...
Y está pasando el tiempo...
y temo a que llegue el día en que esa hoja que viaja por el
río,
esté tan lejos para mis sentidos
cada vez más cansados de sentir y pasar inadvertidos...
Ante este inevitable epílogo con sabor a despedida,
la muerte es la tristeza... de saberte una quimera,
tentación indómita, febril y lastimera.
Mujer a la que tendré que dar por perdida.
César Aching Samatelo