AMANECERES
A Charles Bukowski
Las murallas silencian.
Diminutas puertas conducen a otras.
La cama cómplice de mi pereza.
El velador custodio de colillas y vasos sucios.
La sangre ocupa su lugar en los ojos,
en las sienes frías,
mientras brotan los números del día anterior.
Las urgencias de engranajes por ensamblar,
de preguntas por evadir,
de cuentas por pagar,
de suertes por capturar.
Tiempo de predecir las amenazas,
las desventuras posibles,
los tropiezos esperables,
los ladridos cercanos,
los encuentros imposibles…
Noche a tierra,
mis hombros perdieron su inocencia en las mañanas
y la calle aprendió mi nombre finalmente.
He sido azar y destino,
plegaria y resignación,
decorador desencantado de las horas,
albañil de las actitudes convenientes.
Quizás nací para eso.
Para encender velas
en la penumbra de una idea
despreciada por mi mismo.
Antonio Laforet