Ahora anidan en tus labios
mis temblorosos dedos,
el metal de tus dientes
perfora mi carne trémula
y cada parte de mi cuerpo
rendida ante tus manos
se funden luz de luna.
¡Ay, amor mío!
deja que mi sangre
corra ligera por tus orillas,
deja que tu vientre
me envuelva como arena.
tibia, húmeda y serena.
Bienamada mía
siente el latir de mi pecho,
abraza con tu corona de noche
las hojas sueltas de mi amor,
recógelas y guárdalas
en tu alma en flor.
Diego Uquillas