Si un día decides buscarme
hazlo en la mitad de la noche,
en la luz de tus ojos,
en la piel de tus manos.
Búscame al morir la tarde,
en el lejano horizonte,
entre las hojas secas y el viento,
entre tu alma y tu carne.
Solo búscame y no me llames,
estaré en tu lágrima derramada,
en tu corazón cuando late,
en tus prendas perfumadas
y a la hora de amarte.
Diego Uquillas