MI PRIVILEGIO
Imposible no saltar.
Conquistas atmósfera toda
develándote una vez más.
Dulce, ¡ oh María !,
Loynaz de tu Castillo refugia sueños,
mariposa
—atada más a su pureza y fragancia
que por el verde candil—
vuelas
—pese a todo—
de ventanas a venas,
de mi a él
y te diseminas . . .
repollos a prima hora.
Aunque descanse yo
en las páginas de tu jardín,
aunque me siente a escuchar de mis ojos
tu inminente despedida
cual gallardo infante,
aunque rebase tanta solfa hecha verso,
tengo más:
tengo el privilegio de tu rostro,
de tu voz.
Jorge Bousoño González