VESTÍBULOS DORADOS
Yo aquí mismo, situado en la salida,
y asomado en este instante a la existencia,
ellos dándose al examen y al esfuerzo
por lograr, tras la batalla, recompensa.
Más allá, por los pasillos y los patios,
el silencio que vigila los espacios de este acto
y de su ser, va controlando la trastienda.
Otras clases, otros ritmos, se suceden,
otras salas de enseñanza y de trabajo,
se dedican a la vida, en un muestrario resumido,
de mañana y de experiencia.
Y después Segovia toda,
en envoltura de granito, refugiada,
se ilusiona y se despierta separando
las montañas de las mieses y albergando los deseos
de un viaje en tu regazo a Portugal por primavera.
Y, a la vez, la Tierra entera, como siempre,
recorriendo, sin motivo, la galaxia como oveja
descarriada, en sintonía con algún reloj perfecto,
que alguien pone siempre en punto mientras juega,
o quizá se haya dejado por los siglos de los siglos,
olvidado en la mesilla de su casa celestial
hasta que el llanto de este mundo le despierte y le conmueva.
Si así fuera, o si no fuera, yo aquí mismo
seguiría situado
en la salida y asomado en este instante a la existencia,
mientras ellos cruzan solos, lentamente, en duro examen,
los vestíbulos dorados y angulosos
del futuro que ya llega.
Norberto García Hernanz