PEQUEÑO PARAÍSO
Nada que ver ese trazo blanquecino
y rectilíneo que holla el cielo
con mi hambre,
ni los dos con ese perro
lamiendo el estanque a sus anchas,
ni los tres con aquel hombre jubilado,
que perfila, fervoroso, su garrote
para hendirle en este martes regalado,
con balcones a la hierba.
Nada que ver las tensiones, las pasiones,
los conatos de conflicto de a diario,
ni las cúspides celestes del esfuerzo
o de la suerte entre semana,
con los brillos luminosos transitorios
del hallarme relajado sobre un banco
en este parque.
Nada que ver esta pausa,
ni su calma inconcreta,
ni el vacío provocado, ante la acción, por mi mirada,
con todo lo demás explicitado a vuestros ojos.
Añadir que tomo el sol glotonamente,
como lujo intrascendencia,
en mi pequeño paraíso celebrado
de ahora mismo.
Norberto García Hernanz