EN EL FILO DEL CRISTAL
Hoy las calles
parecen tan grises y tan rectas,
tan de vuelta de todas las esquinas,
que te miran lento,
de arriba a abajo, de abajo a arriba,
con ojos de embudo solitario.
Hace ya tanto tiempo
que no siento
la espiral azul de un beso
o no vuelca el infinito su risa redentora
en el cáustico vaivén de mis latidos,
que mis sueños son pateras negras
atrapadas en el centro de la nada.
Soy un barco que no vuelve,
un sótano de nudos desatados
que respira como un pez en tierra seca,
el absurdo disparate de un osario
o la cuerda rota de un reloj sin hora.
Es tan dulce la memoria de un pétalo,
el delirio del vuelo de una mosca,
el cálido ballet de una llama.
Es tan triste el destino de una uva
convertida al final en un mal vino,
que vivo en el revés del tiempo
estrujando sombras y arrugas
que se retuercen en el espejo.
Aquí...
anclado en el andamio cojo del trébol
me pregunto:
¿Por qué no respiran las piedras?
¿Por qué no reclaman los muertos?
¿Por qué los horizontes
siempre están tan lejos?
Camino por el filo del cristal
en los brazos de una noche sonámbula:
¡Hay tantas estatuas rotas
adornando el jardín del pasado,
tantos marcos sin foto
encogiendo la memoria,
tanto cohete mojado y caduco
en la feria de mis sentimientos,
que nunca avanzo
y el aire es una noria sin caseta
donde sacar las entradas.
Marzo 2003©Fernando Luis Pérez Poza
Pontevedra. España