A GABRIELA MISTRAL
Lago transparente
donde un puro rostro
solo se refleja.
Grandes ojos veo,
frente clara, luces,
boca de tristeza.
Viento largo pasa
que riza y deshace
la suave belleza.
Allá arriba hay águilas
caudales, y crujen
las alas serenas.
Hermosa es la vida
potente: en la mano
de Dios se ve plena.
¡Qué azul acabado,
cuajado! No hay nubes.
¡La luz es benévola!
Pero abajo hay voces,
hay roces. ¿Quién llama?
Hay sombras y piedras.
Hay trochas, caminos,
desiertos, paredes,
ciudades espesas.
El sol. Su esperanza...
Las lluvias continuas.
Las muertas tormentas.
La luz. Su consuelo...
Las manos que tocan
las frentes en niebla.
Todo está en el nítido
temblor de la lágrima
que brilla en tus ojos, Gabriela.
1946.
Vicente Aleixandre