XXIII
A esa parte de ti en donde silba en viento,
donde la clara oscuridad se cita
más allá de los hábitos,
la dedico esta noche con sus versos.
Porque una bailarina se parece a una lágrima
rodando en la mejilla de los sueños,
porque tu malla negra, vagamente
deshecha por el día, me retiene
en la mitad de un pecho,
porque la luz nos dice
que tus senos, palacios de mis noches,
son los mismos —llenos de realidad—
que me acompañan
cuando vivir no es parecido a un sueño,
cuando nos gustaría despertar.
Luis García Montero