MUJER
Lléname mujer de tu inmensidad delirante,
como si este instante fuese lo único que existe entre los dos,
Cerremos los ojos a la verdad que nos aplasta y nos separa;
con el silencio sellemos la culpa
y dejemos que todo lo restante quede atrás.
Entrégame tus agónicos espasmos,
que tendrás de mí hasta la última gota de sangre
por obsequio.
Hagamos un brindis con el extracto seductor de lo prohibido
Y una sola conciencia con las intenciones,
para unir nuestras partículas vivientes
en cada rincón al que podamos llegar.
Y mientras las soberbias líneas de tus piernas
Azoten de norte a sur mi bahía
que se desangrará a sus ataques,
Llévate mi carne entre las uñas antes de que llegue el
alba
Y estallemos juntos para luego dormir sobre nuestras ruinas
Como dos recién nacidos.
César Aching Samatelo