ATLANTIC CITY
El Atlántico golpea la costa de los sueños.
Él me hizo llegar hasta aquí... atravesar su inmensidad,
descubrir su enorme desafío azul.
El Atlántico golpea la costa de los sueños
porque para él no existe humana compasión,
y su fuerza destroza los deseos
que son grandes rocas,
y sus olas balancean al maduro corazón
o a los vagabundos que llegan al mar
en brillantes botellas de cristal verde.
Cada sueño es un cuerpo sometido a las aguas
del Atlántico por la cara Este,
a la espuma blanca de su furia,
y a la negrura de los petroleros.
Allí se ahogan las prostitutas baratas de Atlantic City,
que empeñaron su cuerpo en una apuesta arriesgada
sin confiar demasiado en el ejercicio del amor otorgado
ni en los sucios juegos de los educados crupieres.
Las olas deshacen su furia en Atlantic City
como pronto lo harán en el arrecife de un amor lejano,
más allá de los mares del Sur,
y más allá de la Esperanza.
Daniel García Florindo