Se declararon genios, cambiaron sus vestidos
y se dejaron pelos, barbas, colas, pendientes,
leyeron a Pavese, a Huidobro y a Beckett,
Todo lo necesario para escribir, creían.
Cogieron sus papeles y contaron historias,
las desnudaron todas de música y belleza,
hicieron unos versos postizos, fisiológicos,
orgánicos, sintéticos, que leyeron con énfasis,
que soltaron al aire mientras se levantaban
de sus asientos negros con un vaso en la mano.
Se declararon genios y olvidaron el ángel,
la melodía, el orden, el tono y la hermosura.
Ninguno sobrevive, mezclaron sus silencios
con sus poemas huecos.
El arte es otra cosa.
Juan Andivia
Incluido en De la muerte o de la vida, Celacanto, Huelva, 1995